lunes, 27 de septiembre de 2010

El fin del Estado del Bienestar

En relación a la Reforma Laboral en nuestra opinión no se le está dando la importancia que tiene bien porque los poderes políticos o medios periodísticos no quieran o no les interese divulgarla, o bien (no seamos malpensados) porque no se han dado cuenta de su alcance.

Supongamos una persona con un salario de 60.000 € y una antiguedad de 8 años. De acuerdo a la antigua legislación tendría derecho a una indemnización de 45 días por año trabajado, es decir un año de salario. En cambio con la nueva Ley tendrá una indemnización de 26.666€ de los cuales la empresa sólo asumirá 16.000€.

Es decir 60.000€ vs. 16.000€ de coste para el empresario cargando además 10.666 € a las arcas públicas, esas que según los mercados financieros y el Gobierno están vacías. Dinero que el FOGASA pagará al empleado un par de años más tarde y que no se destina ni a crear empleo, ni a pensiones, mantener la actual edad de jubiliación, salarios de funcionarios, etc...

Esto hace que una empresa en pérdidas tenga la opción de echar realmente a los empleados que menor productividad tienen sin tener en cuenta su antiguedad, que hasta la fecha suponía un coste económico muy considerable, lo cual desde un punto de vista objetivo es algo totalmente correcto.

Sin embargo este tipo de personas tienen una penalización y es que debido a esa antigüedad y experiencia su salario es considerablemente mayor al de una persona nueva del departamento. Es decir que la empresa espera de este empleado una mayor productividad que la del resto a pesar de su edad.

Si el empleado no es capaz de alcanzar esta productividad la empresa, debido al gran abaratamiento del coste del despido optará por finiquitarlo, cargando una parte de su coste a las arcas públicas. Este colectivo no encuentra trabajo fácilmente por lo que lastrará aún más las ya castigadas arcas del Estado agotando el periodo de prestaciones para acabar con una ayuda social o aceptando un trabajo no cualificado. Todo esto nos conduce al fin del Estado de Bienestar tanto de su figura como política institucional como para los trabajadores.

Y es que a menos que se suavice la Reforma Laboral y se determinen específicamente las causas de despido, se revierta la parte del coste del despido que va a cargo de las arcas públicas, la consecuencia directa será la generación de una bolsa de desempleados de larga duración mayores de 52 años, la precarización del mercado laboral pasando los trabajadores fijos a convertirse en trabajadores por tiempo indefinido, la quiebra y desaparición del Estado del Bienestar.

Prepárense ustedes para el otoño más calentito de la historia moderna de España. Por todo ello esperamos que la huelga general del próximo miércoles 29-S sirva de algo y se consiga suavizarla.

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